miércoles, febrero 29, 2012

KIRCHNERISMO SIN FRENO

LUNES 27 DE FEBRERO DE 2012


Mirando pasar los hechos


 
 
De repente la gran tragedia.
    
Mil veces anticipada por denuncias y videos y auditorías que nadie lee y por la vivencia de todos los días, que mostraba trenes que seguían de largo, puertas que no cerraban, barreras dudosas, vías que se movían y temblaban como con miedo delante del tren que venía, gente colgando de cualquier lado tratando de llegar a su lugar, en esos vagones rigurosamente destruidos.
    
El estado cómplice y los concesionarios cada día más ricos, ajenos a todo, mientras que “el río del pobrerío apurado” —diría Castellani refiriéndose a la muchedumbre del subte— y ese otro gentío innumerable del ferrocarril, va a la muerte en lugar de su trabajo, porque hay quien decidió ahorrar en frenos y compresores y vaya uno a saber en cuantas cosas más.
    
Lo cierto es que la plata corre, sí, pero hacia otro destino. No sólo la de los trenes, la de los subsidios, la del ANSeS, la de los impuestos, la de la obra pública, etc., etc.; todas se entreveran y terminan en coimas y negociados incalculables, que aseguran la riqueza de los funcionarios, de los empresarios, de los opositores y de los jueces y finalmente una alegre y solidaria impunidad para todos ellos.
    
La actriz que hace los anuncios de Estado, la que nos vendió aquello del tren bala, que inauguró y re-inauguró talleres ferroviarios, que habló de nuevos ferrocarriles y espléndidos coches chinos y de los otros, algunas veces, sólo algunas veces desaparece y calla…
    
Mientras los militares que combatieron al marxismo estén presos y en las condiciones menos dignas, mientras cada día se les invente un nueva causa, mientras se les nieguen los derechos más elementales, nos quedamos tranquilos, la cosa (el negocio) de los derechos humanos va bien…
    
Un  bufón K, el mismo que desentona lo atamo con alambre, tal vez pueda hacer una nueva murga impiadosa, sobre cómo funcionan —y se estrellan— y retuercen los hierros de los trenes del modelo, esos que circulan atados con alambre.
    
Dice por allí de Quincey, que los terremotos aunque dejen daños enormes, sólo duran un momento.En cambio  lo nuestro, por la duración de la destrucción, por el miedo, por la falta de reacción, por cierto acostumbramiento al horror, bien podríamos compararlo, como hace el inglés, con  la peste.
    
Una peste  hecha, en este caso, de violencia salvaje e inaceptables y numerosas muertes cotidianas, de droga para todos, de destrucción del orden natural, de mentiras y relatos, de planes votar, de odio, de ilimitada corrupción, de enriquecimientos impúdicos, de modélica y uniforme imbecilidad.
   
El tren K viene a toda máquina, aunque a bordo nadie sabe cómo parar, ni quiere saber, ni le importa detener esta vorágine hacia el espanto. No hay duda que en pocos momentos de la historia argentina se dio un acontecimiento tan espantoso, destructor y prolongado. Aunque para los terroristas orgullosos de su pasado, ¿qué valor tiene la vida de los otros?
    
Mientras tanto el perro y la actriz y el infamante coro K hablan de profundizar y acelerar… Ya no tiene sentido, es temeridad de aquéllas hacer como si nada pasara y seguir leyendo el diario, porque hay un muro al frente, está cerca y todos vamos en los vagones del aberrante, del mortaltren K que, ya lo sabemos, no se detiene.
  
Miguel De Lorenzo
REVISTA CABILDO.
  

sábado, febrero 25, 2012

LA ESTABILIDAD DE LA PRESIDENTE CRISTINA

febrero 25, 2012
By Carlos Manuel Acuña


Otra vez se piensa entre los gobernadores en un acuerdo de emergencia institucional. La crisis que avanza es política, económica y de falta de autoridad. Incoherencia en la gestión de gobierno. Cristina tiene problemas de salud. Cómo repercutirá la desaparición de Chávez. Caída de la recaudación fiscal y del empleo. Impacto externo por los desplantes de G. Moreno.

En cualquier país más o menos ordenado, un accidente como el ocurrido hace unas horas sería nada más que eso: un hecho lamentable cuya investigación seguiría su curso natural para determinar causas y responsabilidades para que no se repita. En la Argentina no. En primer lugar, el triste suceso tiene una repercusión que sigue por diversos cauces. La presidente de la República calla pese a que los muertos superan el medio centenar y los heridos se acercan al millar. El gobierno trata de sacarse las responsabilidades de encima e intenta convertirse en querellante para incidir en la causa judicial y de paso defender, si puede, a los concesionarios, que son sus amigos y socios, como se sospecha. Inútilmente, el gobierno busca por todos los medios acallar la repercusión periodística del peor desastre en la materia registrado en todos los tiempos, lo que ya significa una carga difícil de superar, con el irónico agregado de los cercanos discursos presidenciales prometedores de soluciones para la crónica ineficiencia de los transportes argentinos. Nadie olvida los anuncios del tren bala, que son resucitados como una broma trágica y absurda y, a esta altura de las circunstancias, a caballo del incremento de las facturas de los servicios públicos, de la inflación y el aumento del costo de vida, de la dificultad cada vez mayor para la distribución de combustibles, los negociados del vicepresidente Amado (Boudou), elegido a dedo por la misma Cristina, la ampliación del frente de enemigos convertidos en blancos a batir, la inseguridad que profundizó el conflicto en las mismas fuerzas de Seguridad y Policiales, el convencimiento de que la justicia no existe y que el juez Norberto Oyarbide es una figura tragicómica que representa acabadamente la decadencia Argentina y la respuesta -entre otras- que recibió Guillermo Moreno de una empresa alemana en el sentido de que abandonaría el país y se radicaría en el Uruguay, hicieron que la imagen y aceptabilidad del gobierno cayeran estrepitosamente. Lejos están los festejos por la obtención del 54 por ciento en las elecciones y en Olivos se estudia minuto a minuto la evolución de la opinión pública, que ya cayó a menos del 40 por ciento y continúa en picada. ¿Quién puede gobernar en estas condiciones?

No hace mucho -antes que concluyera el año pasado y anunciáramos que éste sería más que difícil- mencionamos la posibilidad de que vuelva a repetirse la formación de una Liga de Gobernadores (medida bien conocida a lo largo de toda nuestra historia) para afrontar una situación inmanejable aún no totalmente concebida por la sociedad, que se aprestaba a los preparativos veraniegos. Recordamos la crisis iniciada el 2001 y buscamos la salida posible a un escenario cada vez más peligroso y ridículo. Hablamos de Máximo transformado en una especie de amenaza por su influencia en su madre pese a que es un “cero a la izquierda” sin imaginación ni capacidad de análisis; mencionamos a Hugo Moyano como principal figura opositora y a una oposición política inexistente y, por lo tanto, cómplice en lo que ocurría y ocurrirá; señalamos a Mauricio Macri, que se resiste a reconocerse de derecha pese a que ésta lo vota; evaluamos las confusiones internas en el radicalismo, empeñado en ser la propuesta de una izquierda formal e imposible con el apoyo del socialismo santafecino; dijimos que el campo se preparaba para otro embate y recordamos a “la 125” que provocó la trompeadura de Néstor a Cristina y que casi voltea al gobierno vacilante en una endeblez que no se supo aprovechar; sostuvimos que Cobos se esfumó en el aire, pese al exitoso bloqueo que protagonizó en favor del campo y del país; recordamos que los argentinos nos habíamos convertido en abúlicos de ideas, propuestas e iniciativas, y que la anomia y la anemia eran los signos distintivos de nuestro simple transcurrir decadente; insistimos en que los presos políticos eran una muestra de lo que se había convertido la Argentina invertida y, finalmente, sostuvimos que sólo encontrábamos el vacío por delante.

Ahora esa situación se mantiene, aunque agravada. Hace unas horas, el gobernador de Córdoba, De la Sota, debió ser internado por un pico de presión derivado de la demora “sine die” del Poder Central en remitirle una suma de más de un millar de pesos que se le deben a la provincia para encarar con normalidad los pagos internos, incluyendo sueldos. La prevención y la venganza por su manejo independiente le ganaron, hace rato, la enemistad de la Casa Rosada. Ahora no es para menos, pues De la Sota mantiene preocupadas conversaciones con sus colegas respecto del futuro del país. Inquietos, los gobernadores se resisten al centralismo asfixiante e intercambian ideas acerca de lo que puede suceder. El incremento de las tarifas parece ser un factor precipitante, seguido de los avances de La Cámpora, interpretada por jóvenes avasalladores, inexpertos para ejercer funciones, pero con llegada a los oídos presidenciales a través de Máximo, transformado en una especie de alcahuete amenazante y regordete. Los planes de obras, proyectos y otras medidas administrativas requieren el visto bueno de ministros o funcionarios comprometidos; las negativas de Moreno a autorizar la importación de insumos afectan a provincias que ven crecer la desocupación (aunque sea transitoria) y las quejas empresarias, en tanto algunos legisladores se muestran renuentes en su función representativa ¿gracias a los aumentos recibidos…?

El fin de verano reacomoda la atención en estos problemas, que crecen mientras se vacían los bolsillos de los consumidores. La amenaza de una caída en el suministro eléctrico por falta de mantenimiento se convierte en una realidad acompañada por la disminución en la entrega de combustibles pero ahora, y muy especialmente, por una brusca reducción a partir de enero de los ingresos fiscales. Los números son disimulados por el INDEC y el ministerio de Economía pero las cifras llegan junto con el convencimiento del fracaso del modelo. Al respecto, han surgido dos líneas que ya comenzaron a manifestarse en los medios: una, que mantiene su clásica posición de advertencia por una debacle que se ubicaba en el segundo semestre de este año y que ahora lo anticipa para el primero; otra, más opositora, deriva hacia la izquierda y exige del gobierno una firme orientación en ese sentido. Meditemos sólo un segundo en lo que esto significaría.

Más eclécticos, los gobernadores observan inquietos este panorama, nacido el mismo día en que Cristina resolvió lanzarse a la reelección. Las conversaciones reservadas de Mauricio Macri con Scioli, el salteño Urtubey, De la Sota y otros de peso parecido, buscan un resquicio para observar la oportunidad de una alternativa. Aprecian que la soledad internacional a partir del desenlace venezolano, todavía poco claro, dejará sin rumbo regional a los planes cristinistas, llevará tranquilidad a los otros países del área y a aquéllos que tienen otros intereses en temas específicos como la provisión de minerales estratégicos. También saben los gobernadores que la salud de Cristina Fernández no es buena, está alterada y al menos fue motivo de conversación con un elegido de confianza de su entorno cada vez más reducido. Saben que los proyectos de una izquierda curiosa y elaborada por asesores residentes en Londres, son cada vez más inviables y hasta ridículas y, finalmente, consideran que si avanza un juicio político contra el vicepresidente Boudou, ocurrirá un escándalo de proporciones virtualmente imposibles de sostener, pues ya se preparan contraofensivas que arrastrarán a unos y a otros. Más aún, ya se preparan cañones políticos contra la posible sucesora del trovador rockero, colocada sorpresivamente para ser elegida tercera en la sucesión presidencial. Nos referimos a la mujer de Alperovich, actual gobernador de Tucumán. La presidente provisional del Senado es una persona de carácter, firmemente ligada a un importante sector de la colectividad judía pero sin base política sólida para poder desenvolverse. Los gobernadores lo saben y entienden que cualquier alternativa que se juegue en este difícil escenario, será incierta y carente de dirección. Si llegado el momento Cristina renunciara a la presidencia de la República, esa incertidumbre se acentuaría excepto que el tablero con miras al futuro esté preparado con o sin su consentimiento.
                                                                                         CARLOS MANUEL ACUÑA.
                                                      

domingo, febrero 12, 2012

ENTREVISTA EXCLUSIVA EN CAMBIO16 / JORGE RAFAEL VIDELA, EX PRESIDENTE ARGENTINO (1976-1981)

"En Argentina no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta".


Domingo, 12 de febrero de 2012

Ricardo Angoso
Aún hoy se siente orgulloso de haber sido una de las cabezas visibles del periodo histórico más deleznable de la historia reciente de Argentina, con miles de desaparecidos y asesinados por la Junta Militar. Eso sí, agradece los servicios prestados a la Iglesia católica
LA CRISIS ARGENTINA DE LA DÉCADA DE LOS SETENTA

Ricardo Angoso:¿Cómo estaba viviendo Argentina en el año 1976, qué estaba pasando en ese momento?
Jorge Rafael Videla: Mi impresión sobre ese período es fácil de definir. Ubiquémonos en el año 1973, para comenzar. Se cerró un ciclo militar, tras un gobierno de esas características, y llegó el doctor Héctor Cámpora, que era un hombre de poco carácter, manejable e incluso peligroso, en un momento en que el peronismo se estaba redifiniendo y también radicalizando. Cámpora representaba, siguiendo la moda del momento, una tendencia de izquierdas, progresista podemos decir dentro del movimiento, frente al conservadurismo. Sin ser una persona de izquierdas era más afín a esa tendencia, plegándose a los intereses y deseos de los más jóvenes dentro del peronismo. Cámpora se hace con el gobierno, tras haber ganado las elecciones, el 25 de mayo de 1973, y una de las primeras medidas que toma, sino la primera, es el decreto por el que se pone en libertad a todos los terroristas detenidos y condenados por un tribunal que había sido creado por el general Alejandro Danusse. Este tribunal era una Cámara Federal en lo Penal (Cafepena) creada específicamente para investigar y condenar actos de terrorismo cometidos en todo el ámbito nacional y era específica para dichos actos. Como consecuencia del trabajo llevado a cabo por las autoridades anteriores a Cámpora había más de un millar de terroristas detenidos por delitos probados. Cámpora firma el decreto de indulto por el cual se liberan a todos estos presos que provienen de los sectores jóvenes y radicales del peronismo; salen victoriosos de las cárceles y cuando salen, a la media noche, les esperan sus seguidores y compañeros. Comienza el caos y el terror se adueña, de nuevo, de las calles de Argentina.

[Img #2839]
Los jóvenes peronistas más radicales le llaman  al presidente el "tío Cámpora", lo cual revela la afinidad entre este sector del movimiento con el presidente. Esta gente, desde luego, no salen arrepentidos ni con deseos de integrarse en el sistema democrático, sino directamente con la idea de continuar con la revolución y seguir por la vía violenta, incluso matando. Simultáneamente a estos hechos, el Congreso refrenda ese indulto y queda, digamos, legalizado de facto. Ni que decir tiene que estos jóvenes estaban armados e iban a continuar por la vía violenta su objetivo de hacer la revolución. Amnistía y olvido quedaban así refrendados. Ese fue el comienzo de los hechos que vinieron después; Perón no estaba en el país y, cuando tuvo conocimiento de los hechos, parece que no le agradaron.  Estos jóvenes no actuaban de acuerdo con los principios que tenía Perón, que pasaban más por un reencuentro, un acuerdo entre todos los argentinos para solucionar los problemas, y tampoco estaban en la línea de su pensamiento. 

Este desacuerdo se confirma cuando llega Perón a Argentina y no puede aterrizar donde estaba previsto, debido a que se había desatado una batalla campal donde estaba programado aterrizar y porque los propios peronistas se habían enfrentado entre ellos por el liderazgo del movimiento; se habla de que hubo entre un centenar y dos centenares de muertos. La recepción a Perón degeneró en un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda del peronismo por monopolizar la figura del líder y controlarlo durante su llegada. Y el liderazgo, siguiendo sus patrones, tenía que dirimirse por la fuerza de las armas. El avión de Perón tiene que aterrizar en un aeropuerto militar por razones de seguridad y le recibe el vicepresidente que estaba en Buenos Aires. Perón toma conciencia de que las cosas no le van a resultar tan fáciles como él pensaba y que está juventud maravillosa de antes le iba a traer problemas; tendría que tomar medidas para evitar que la situación se desbordase y ya toma posiciones, considerando que estos jóvenes no eran tan idealistas sino revolucionarios, claramente. Tiempo después, consciente de la situación tan adversa que asume, provoca la renuncia de Cámpora y se hace un llamado a elecciones, en donde Perón sale elegido mayoritariamente con su esposa como vicepresidente. Perón, en esas elecciones, sale elegido con un alto porcentaje de votos, más del 62% del censo, y decide poner orden en un estado de cosas y en un movimiento que ya no compartía sus ideas. 

Hay un episodio que lo conmueve a Perón, que es el atentado contra el dirigente gremial José Ignacio Rucci, que es asesinado y ahí, el presidente dice: "Me cortaron las piernas". Fue un acto doloroso y mostraba que Perón no dominaba todavía la situación, mostrando a las claras que el oponente ya no tenía miramientos y estaba dispuesto a llegar hasta el final. Perón, entonces, en una reunión secreta con los dirigentes peronistas, en Los Olivos, da a entender a través de una directiva que se acabaron los miramientos hacia estos actos y que había acabar de una vez, incluso por la violencia, respondiendo a este tipo de acciones violentas y terroristas. Esta decisión dio lugar a que se produjeran una serie de acciones encubiertas. Y lamentablemente la mano ejecutora de este grupo que operaba bajo las órdenes y el consentimiento de Perón era el ministro de Bienestar Social, José López Rega, que organiza la Triple A, las famosas tres A -Alianza Anticomunista Argentina-, un hombre de confianza del presidente que se dedica a ejecutar las órdenes que le da el viejo general y que no siempre se atienen a la legalidad. De esta manera, se van dando los primeros pasos y pone orden en el país, pero, sin embargo, el líder ya no es el de antes y tiene la salud muy desgastada. Hasta el último aliento da todos sus esfuerzos por normalizar y por trabajar en su proyecto, que desde luego no era el de los jóvenes "idealistas", sino el de normalizar el país de una vez por todas tras los excesos cometidos.

MARÍA ESTELA MARTÍNEZ DE PERÓN, PRESIDENTA DE ARGENTINA
Perón muere y le sucede automáticamente su mujer, María Estela Martínez de Perón, tal como se preveía legalmente. La mujer de Perón, desde luego, no estaba preparada para ser presidente y mucho menos en las circunstancias en las que estaba viviendo el país. Para afrontar la situación que vivíamos, se necesitaba carácter, conocimiento, capacidad para tomar decisiones y prestigio, rasgos de los que carecía totalmente esta señora. El gobierno de María Estela va perdiendo fuerza. Era una buena alumna de Perón, eso sí, ya que desde el punto de vista ideológico se situaba en la extrema derecha del peronismo y el marxismo le provoca un rechazo total. En un almuerzo con varios generales, una treintena si mal no recuerdo, llegó a ser muy dura con el marxismo, en ese sentido no quedaban dudas de que la dirección ideológica estaba encaminada, pero le faltaban fuerzas y conocimientos para llevar a cabo el combate, la lucha, y poner orden. Incluso para poner coto a las actividades de López Rega, que mataba por razones ideológicas pero que también lo hacía por otras razones para cobrarse algunas cuentas pendientes. La situación, como ya he dicho antes, era muy difícil, reinaba un gran desorden. A Isabel se le hizo saber este estado de cosas y destituye finalmente a López Rega, que lo envía de embajador itinerante al exterior.  Así se cumplía el deseo de muchos, entre los que me encontraba, que no queríamos que este hombre siguiera al frente de sus responsabilidades. 
[Img #2841]

La acción del terrorismo sigue por su cuenta. Aquel calificativo de que eran "jóvenes idealistas" por pensar distinto hasta el extremo de masacrarlos quedo en evidencia, era una vulgar patraña. Esta gente estaba entrenada en el exterior, principalmente en Cuba, Siria, Libia y otros países, y luego dentro del país con instructores foráneos; además tenían armamentos y equipos de alto nivel ofensivo, incluso de tecnologías avanzadas. Todo ello reforzado con fábricas  de armas y explosivos que llegaron a operar y tener dentro del territorio argentino. Tenían capacidad para matar y hacer daño a la sociedad argentina. Como remate a toda esta estructura, estaba la crueldad que les distinguía, no eran ángeles sino terroristas. Incluso la revista Time, en un artículo de la época, establecía que si comparábamos a terroristas argentinos, alemanes e italianos, en términos de crueldad, los europeos eran infinitamente más humanos que los de nuestro país. Huelgan más comentarios. Con esos "jóvenes idealistas" y sus crueles métodos nos teníamos que enfrentar entonces. 

Así llegamos a finales de agosto de 1975, en que soy nombrado Comandante en Jefe del ejército argentino, y en los primeros días del mes de octubre, a principios, somos invitados los comandantes de los tres ejércitos a una reunión de gobierno presidida por Italo Luder, que ejercía como presidente por enfermedad de María Estela, en las que se nos pide nuestra opinión y qué hacer frente a la desmesura que había tomado el curso del país frente a estas acciones terroristas. 

Vivíamos unos tiempos turbulentos y había que dar una respuesta. Muestra de la debilidad del momento era la enfermedad de la presidenta, que ni siquiera podía ejercer su mandato en esa difícil situación. Y con el acuerdo de las otras dos fuerzas militares, la armada y la aérea, yo expuse algunos lineamientos para hacer frente a la amenaza terrorista que padecíamos. De acuerdo con el gobierno de entonces se realzaban algunas medidas acordadas entre las partes para hacer frente al terrorismo y que un periodo de año y medio estaba amenaza fuera conjurada de una forma eficiente. Italo Luder llegó a firmar los decretos para que las Fuerzas Armadas del país pudieran actuar efectivamente en la lucha contra los "subversivos" y el terrorismo. También se decidió que las fuerzas de seguridad del Estado, conjuramente con las Fuerzas Armadas, se coordinasen en estas acciones antiterroristas. Se había logrado un acuerdo entre el poder político y los militares para luchar conjuntamente contra el terrorismo. 

Con acuerdo de las otras dos fuerzas, yo hube de exponer cuatro cursos de acción, que no viene al caso detallar ahora, que culminó con la selección de parte del doctor Luder del cuarto curso de acción, que era el más riesgoso, en cuanto que confería más libertad de acción, pero que garantizaba en no más de un año y medio que el terrorismo sería derrotado. Los cursos de acción del 1 al 3 eran más contemplativos, pautados con el fin de evitar errores, pero – de ser seguidos – irían a dilatar sin término el caos en el que se vivía.

El acuerdo se firmaba, bajo estos decretos, para combatir el terrorismo en todas sus formas y hasta el aniquilamiento definitivo; por otras razones, más tarde, cuando fuimos juzgados, se le preguntó a  Luder por el término aniquilar e hizo un excelente exposición en términos semánticos sobre la cuestión, que se resume en reducir a la nada; no tiene otra interpretación. A partir de ese momento, de hecho y de derecho, el país entra en una guerra, pues no salimos como Fuerzas Armadas a cazar pajaritos, sino a combatir al terrorismo y a los subversivos. Estamos preparados, como militares, para matar o morir, estábamos en una guerra ante un enemigo implacable, aunque no mediara una agresión formal, estábamos en una lucha. Así, a principios de octubre de ese año, entramos en una guerra de una forma clara. Desde el punto de vista del planeamiento no fue sorpresa porque el ejército ya jugaba con hipótesis de conflicto, una de las cuales era un desborde sorpresivo terrorista que sobrepasara a las fuerzas de seguridad y que se tuvieran que emplear a las Fuerzas Armadas para detener la amenaza. Teníamos esa contingencia prevista y, ante tal eventualidad, lo único que teníamos que hacer era salir a luchar con los planes previstos.

LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO
Llegamos así, ya en plena lucha contra el terrorismo, al mes de marzo de 1976, en donde padecemos una situación alarmante desde el punto de vista social, político y económico. Yo diría que en ineficacia la presidenta había llegado al límite. Sumando a esto la ineficiencia general se había llegado a un claro vacío de poder, una auténtica parálisis institucional, estábamos en un claro riesgo de entrar en una anarquía inmediata. El máximo líder del radicalismo, Ricardo Balbín, que era un hombre de bien, 42 días antes del pronunciamiento militar del 24 de marzo, se me acercó a mí para preguntarme si estábamos dispuestos a dar el golpe, ya que consideraba que la situación no daba para más y el momento era de un deterioro total en todos los ámbitos de la vida. "¿Van a dar el golpe o no?", me preguntaba Balbín, lo cual para un jefe del ejército resultaba toda una invitación a llevar a cabo la acción que suponía un quiebre en el orden institucional. Se trataba de una reunión privada y donde se podía dar tal licencia; una vez utilice este argumento en un juicio y me valió la dura crítica de algunos por haber incluido a Balbín como golpista. Los radicales apoyaron el golpe, estaban con nosotros, como casi todo el país. Luego algunos dirigentes radicales, como Alfonsín, lo han negado. 

El hecho efectivo es que el 24 de marzo se produce el levantamiento militar. Y conforme a los estatutos fijados para reorganizar el Estado, el nuevo orden conducción jefatura iba a ser la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, de la cual dependía el presidente con las facultades propias que le otorgaba la Constitución y con algunas limitaciones, entre otras que el Comando Supremo de las Fuerzas Armadas que yo retenía otorgaba autonomía a cada uno de los componentes del ejército en su zona operacional. Los tres cuerpos de las Fuerzas Armadas se integraban en el cuerpo institucional, comenzaba una nueva era.

LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA INTERVENCIÓN MILITAR
 R.A.: ¿Cómo reaccionó la sociedad civil ante la intervención militar del 24 de marzo de 1976 y después de la misma?
J.R.V.: Padecíamos vacío de poder, parálisis institucional y riesgo de una anarquía, y frente a este estado de cosas el clamor ciudadano, con sus dirigentes a la cabeza, pidiendo la intervención de las Fuerzas Armadas. Había un sentir general, que representaba Ricardo Balbín y otros dirigentes, en favor del cambio, de la intervención. La gente nos demandaba que interviniéramos e incluso Balbín llegó a decir en esos momentos que tenía las manos vacías de soluciones, que la clase política no podía hacer más. 

R.A.:¿Sin esa intervención militar qué habría pasado en el país?
J.R.V.: En general, el consenso era que había que hacerlo, quizá porque en Argentina de una forma natural siempre se ha creído que las soluciones políticas cuando los gobiernos fracasaban se arreglaban con golpes de Estado. Y esta ocasión, además, se veía la intervención de una forma justificada ante los extremos a los que habíamos llegado. Hacía falta una medida de fuerza y la gente compartía esa visión. Si nosotros no lo hacíamos, el vacío de poder iba a ser aprovechado por la subversión para llegar al poder y ocupar todo el espacio dejado por otros. Así de sencillo. O tomábamos el poder o la subversión se hacía por la vía de las armas con las instituciones. Teníamos planes, métodos para el combate al terrorismo, podíamos hacerles frente y así lo hicimos. Pero, además, el gobierno que teníamos, que actuaba de una forma pusilánime y anarquizante, no estaba en condiciones de hacer frente a la amenaza que vivíamos en esos momentos, en que cada día el deterioro era mayor.

R.A.:¿Había unidad en las Fuerzas Armadas con respecto a esta acción?
J.R.V.: Había unidad total, sin ningún género de dudas. Así como la hubo en lo que fue la lucha contra la subversión, también la hubo en lo que fue la necesidad de llevar a cabo la intervención militar para poner orden en el país. Después hubo divisiones,  por otras razones, porque la política obra siempre con matices, hubo algunas diferencias, pero en ese momento hubo total unanimidad en lo que respecta a llevar a cabo la intervención militar. 

EL PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL
R.A.:¿Cómo podría definir lo que se denominó entonces como el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982)?
J.R.V.: El 24 de marzo se produce el pronunciamiento militar, que no fue una sorpresa para la mayoría de los argentinos porque era evidente que tarde o temprano se iba a producir y ocurrir. Estaba previsto en el guión y todos los sectores políticos y sociales habían sido consultados para confluir en ese resultado esperado. Nosotros éramos conscientes de la situación que se vivía, no podíamos dejar que el país siguiera inmerso en esa crisis y teníamos que actuar. Nuestra intención era ayudar a enderezar el rumbo y teníamos previsto que es lo que había que hacer con urgencia. Salimos a hacer lo que creíamos que había que hacer y estaba en nuestros planes. 

El Proceso de Reorganización Nacional preveía que Junta era el máximo órgano del Estado y que debajo de esta entidad política estaba un presidente con las mismas funciones que le daba la Constitución, salvo algunas como los poderes que le daba a cada comandante de la Junta en el manejo de sus fuerzas. Luego, por acuerdo dentro de la Junta, se me nombró presidente de la misma reteniendo la jefatura del ejército. Vivíamos en una situación de excepción que implicaba medidas excepcionales, valga la redundancia. Después, cuando llegamos al año 1978, en que la situación ha mejorado notablemente en términos de seguridad pública, yo abandonó ese esquema y dejó uno de los dos cargos; pasó a retiro de jefe del ejército y asumo la presidencia con las limitaciones que le he explicado antes. 

R.A.:¿Cuál fue la reacción de la comunidad internacional en esos momentos?
J.R.V.: Favorable, totalmente favorable. Así como después la comunidad internacional mostró desconocer la realidad argentina y hacer una asociación errónea de los hechos, especialmente lo que fue la comunidad de países europeos, que veía en la dictadura argentina, o en su forma de autoritarismo, una suerte de conexión con que fue el fascismo y el nazismo. Nos querían medir con esa vara y nosotros no teníamos nada que ver con todo eso, por supuesto. Nos costó mucho tener que mejorar esa imagen errónea que tenían de nosotros y dedicar mucho trabajo a ese esfuerzo. 

R.A.:¿Qué logró, en definitiva, el Proceso de Reorganización Nacional?
J.R.V.:Estábamos en el año 1978 y el Proceso había cumplido plenamente con sus objetivos, entre los que destacaba el fundamental, que era poner orden frente a la anarquía y el caos que amenazaba y enfrentaba el país el 24 de marzo de 1976. Y porque digo que había cumplido con sus objetivos, simplemente porque no había ni asomo ya de la amenaza terrorista y mucho menos de la delincuencia común. Eramos uno de los países más seguros del mundo, caminábamos en la mejor de las direcciones.

En lo económico, también se había mejorado, aunque teníamos riesgos inflacionarios que no voy a ocultar ni minimizar. Pero sí se había logrado la confianza del exterior, sobre todo a través de créditos para la Argentina para remozar el aparato productivo del país que estaba seriamente desatendido. Había, además, una gran paz social y se aceptó, mediante un acuerdo con los gremios, que los salarios estuvieran sujetos a la productividad y no a otros elementos; el que más trabaja más ganaba, simplemente. Teníamos un desempleo peligroso, podemos decir, pero no alto, del 2,5%. Digo peligroso porque no permitía flexibilidad en el mercado de trabajo. Y la clase política no daba muestras ni ansiedad de que el periodo se agotase y se iniciase una nueva etapa política; nos seguían con atención y desconocían cómo había sido la guerra, que parecía haber ocurrido en una nebulosa. Los políticos no querían meterse mucho en estos asuntos y los dejaban para aquellos que manejaban la seguridad del país, responsabilidad que recaía en nosotros en aquellos momentos.

EL MUNDIAL DE FÚTBOL DE 1978
R.A.: Así llegamos al Mundial de Fútbol de 1978, ¿cómo lo vivió?
J.R.V.:Tuvimos la suerte de organizar este evento en un momento en que la amenaza terrorista había sido doblegada. Además, para congratularnos más, Argentina ganó ese campeonato mundial y al margen de que habíamos ganado, el país mostró su capacidad de organización en un corto tiempo. Mostramos al mundo que podíamos y sabíamos organizar una actividad internacional de estas características; fue un gran avance y en apenas unos meses, pues antes no se habían comenzado los trabajos, desarrollamos todas las capacidades para este Mundial. Los anteriores gobiernos que nos antecedieron no habían hecho nada y recayó en nosotros la responsabilidad de poner en marcha aquellos trabajos que se desarrollaron satisfactoriamente. Es decir, se sabía del mundial desde hacia cuatro años y en los dos años en que estuvieron los peronistas no se hizo nada para el desarrollo de la actividad; el trabajo lo hicimos nosotros en  solo dos años en los que trabajamos mucho en infraestructuras e instalaciones. Incluso desarrollamos la televisión en color, que hasta en ese momento no la teníamos en Argentina. Pudimos exhibir al exterior nuestra capacidad de organización y trabajo junto con un país en paz frente a las maledicencias de algunos sectores interesados. Le Monde llegó a reproducir un reportaje de un periodista que se imaginaba que unos disparos que sonaban en los alrededores del estadio, procedentes del Tiro Federal Argentino cercano, eran las balas dirigidas a un pelotón de personas fusiladas. El estadio estaba a dos cuadras del polígono de tiro y el periodista, obviamente, quería denigrarnos al precio que fuera. Se nos atacaba injustamente, estábamos en una guerra por explicar qué es lo que pasaba en el país frente datos y noticias calumniosas, claramente. Eran informaciones aberrantes, tendenciosas, tendentes a denigrar a Argentina como fuera.

R.A.:¿La Iglesia católica qué actitud tomó en aquellos momentos?
J.R.V.:La Iglesia cumplió con su deber, fue prudente, de tal suerte que dijo lo que le correspondía decir sin que nos creara a nosotros problemas inesperados. En más de una oportunidad se hicieron públicos documentos episcopales en donde, a juicio de la Iglesia, se condenaban algunos excesos que se podían estar cometiendo en la guerra contra la subversión, advirtiendo de que se corrigieran y se pusiera fin a esos supuestos hechos. Se puso en evidencia de que se debía concluir con esos excesos y punto, pero sin romper relaciones y sin exhibir un carácter violento, sino todo lo contrario. No rompió relaciones, sino que nos emplazó a concluir con esos hechos. Expresó lo que consideraba que no se estaba haciendo bien, porque podía corresponder a su terreno, pero no fue a más. Mi relación con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relación muy cordial, sincera y abierta. No olvide que incluso teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esta relación de colaboración y amistad. El presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Primatesta, a quien yo había conocido tiempo atrás en Córdoba, tenía fama de progresista, o sea proclive a la izquierda de entonces, pero cuando ocupó su cargo y yo era presidente del país teníamos una relación impecable. Y debe reconocer que llegamos a ser amigos y en el problema del conflicto, de la guerra, también tuvimos grandes coincidencias. La Iglesia argentina en general, y por suerte, no se dejó llevar por esa tendencia izquierdista y tercermundista, politizada claramente a favor de un bando, de otras iglesias del continente, que sí cayeron en ese juego. No faltó que algún miembro de esa Iglesia argentina entrara en ese juego pero eran una minoría no representativa con respecto al resto. 

R.A.:¿Y con los empresarios cómo fue esa relación?
J.R.V.: Los empresarios también colaboraron y cooperaron con nosotros. Incluso nuestro ministro de Economía de entonces, Alfredo Martínez de la Hoz, era un hombre conocido de la comunidad de empresarios de Argentina y había un buen entendimiento y contacto. Hubo algún roce, claro, como suele suceder, porque cada uno defiende sus intereses siempre. Pero, en general, fue una buena relación.

R.A.:Entonces, y volviendo a sus objetivos iniciales, ¿el Proceso había cumplido sus objetivos y por qué no abandonaron el poder?
J.R.V.:El Proceso había cumplido sus objetivos a mediados del año 1978, este es un punto crucial que quiero destacar. La pregunta era:¿Si el Proceso había cumplido sus objetivos porque no darlo por terminado? No había otra razón de ser, las cosas ya se habían hecho. O había que darle otro sentido. Y si así era, el Proceso iba a languidecer porque no tenía otra razón de ser en aquellos momentos. Nunca se planteó oficialmente esta cuestión que era crucial y fundamental. Había un sector perfeccionista de las Fuerzas Armadas que decía que ahora las cosas están bien y vamos a embarcarnos en otros problemas, a seguir trabajando hasta que las cosas sean perfectas, pero no era así, creo yo, porque los hombres no llegan nunca a la perfección absoluta. Los hombres no son perfectos, solo Dios lo es. Era tan sólo una forma de justificar el quedarse en el poder por quedarse. Y había un sector que decía que a este Proceso que habíamos comenzado había que darle otra razón de ser.

R.A.:¿Hablamos, entonces, de que las Fuerzas Armadas estaban divididas en ese momento?
J.R.V.: Este asunto sobre la naturaleza del Proceso no fue tratado oficialmente, pero el debate estaba ahí, subyacía esa división acerca de que dirección se quería tomar y había sus matices sobre cómo afrontar el futuro. Había que dar otra naturaleza, otro contenido al Proceso, pero también estaba la posibilidad de abandonarlo de una forma definitiva. Luego estaba el conflicto con Chile por las islas del Canal de Beagle y tenga en cuenta que estuvimos a punto, en diciembre de 1978, de llegar a una guerra. También quedaba el camino de una salida política ordenada de un Proceso que se había mostrado exitoso en el desempeño de sus funciones; en ese momento se podía negociar desde una posición óptima. Yo mantenía que el Proceso, en esos momentos, tenía que ser capaz de dejar su descendencia, es decir, hacer política de una forma que las Fuerzas Armadas transcendieran más allá del periodo histórico que ya habíamos superado. 

¿Cómo? Dejando la herencia de un Proceso exitoso a los políticos que eran nuestros aliados y amigos, ese era el camino de entonces que yo defendí. Pero hay hubo otros problemas, ya que la política se hace con ideas y con hombres; las ideas eran las del Proceso, que llevamos adelante, y luego estaban los hombres, que tienen nombre y apellidos. Si en aquellos momentos se hubieran antepuesto los nombres y apellidos de algunos que estaban participando en el proceso, se hubiera roto la cohesión de las Fuerzas Armadas y este era un valor que no podíamos poner en juego y arriesgar. No podíamos darnos el lujo de romper la cohesión de las Fuerzas Armadas, estaban todavía en juego muchas cosas.  Lamentablemente, en ese dejar pasar el tiempo el Proceso en sí languideció y llegó muy desgastado, sin presión externa, hasta fines del año 1979, en que la Junta hizo públicas las Bases políticas del Proceso y las sometía a la opinión de toda la comunidad argentina a cuyo frente se situaría el ministro del Interior de entonces para escuchar a todas las voces cualificadas de la sociedad argentina para consultarlos sobre esas bases o modificarlas. O, en su defecto, después de escuchar a todas las partes, enriquecerlas con nuevos aportes. Se trataba de establecer un diálogo productivo entre las autoridades y la sociedad argentina sobre estas Bases Políticas, pero había dos preguntas ineludibles: 1) ¿Si era conveniente la revisión del acuerdo en la guerra que habíamos librado contra la subversión?; y 2) ¿si estuvo justificado el levantamiento militar del 24 de marzo de 1976? La respuesta a la primera llegó al 70% y A la segunda, al 80% del acuerdo nacional, respectivamente. 

LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO: DISPARIDAD DE CIFRAS
R.A.:Hay una gran disparidad en las víctimas que se ofrecen desde la izquierda, desde las Madres de Mayo,  y desde otros colectivos,  ¿cuántas víctimas o desaparecidos hubo en Argentina entre 1976 y 1982?
J.R.V.: Hay una gran disparidad en las cifras que se ofrecen, como usted dice, lo cual le resta credibilidad a lo que se presenta o se intenta hacernos creer. No se puede pasar de un extremo a otro, es decir, de 32.000 que presentan algunos a a 7.000 cifrado por otras comisiones. Creo que este asunto tiene mucho que ver con las compensaciones o el resarcimiento económico que se le dio a las víctimas, o a los supuestos desaparecidos, y en este caso sólo se presentaron 7.000 personas para reclamar lo que les correspondía. Y esa indemnización era de 240.00 dólares por cada caso probado, una cifra nada despreciable, desde luego. Esa es la cifra real porque estamos hablando de la época del presidente Menem y la gente no tenía miedo ya de presentarse abiertamente para hacer sus reclamos.  Los militares habíamos desaparecido ya de la escena política. Esa es la realidad, 7.000, frente a los 30.000 que reclaman las Madres de Mayo. ¿Cómo es posible que 23.000 personas renunciaran a esa ayuda? 

Este dato demuestra que asistimos a una clara manipulación en el asunto de los desaparecidos, se trataba de alterar las cifras con un sentido político o con el interés de conseguir fraudulentamente una indemnización del Estado argentino. Fue un error de nuestra parte aceptar y mantener en el tiempo el término de desaparecido digamos como algo así nebuloso; en toda guerra hay muertos, heridos, lisiados y desaparecidos, es decir, gente que no se sabe donde está. Esto es así en toda guerra. En cualquier circunstancia del combate, abierto o cerrado, se producen víctimas. A nosotros nos resultó cómodo entonces aceptar el término de desaparecido, encubridor de otras realidades, pero fue un error que todavía estamos pagando y padeciendo muchos. Es un problema que nos pesa y no podemos quitárnoslo de encima. Ahora ya es tarde para cambiar esa realidad. El tema es que el desaparecido no sabe donde está, no tenemos respuesta a esta cuestión. Sin embargo, ya sabemos quienes murieron y en qué circunstancias. También más o menos cuántos murieron, luego cada cual que invente sus cifras.

R.A.:¿Por qué ustedes no le dieron un reconocimiento a las víctimas del terrorismo en Argentina, cuando es un asunto importante y todavía no resuelto en su país?
J.R.V.: Tiene usted razón, tenía que haberse abordado este asunto. El término víctima del terrorismo no fue tenido en cuenta, se veían muertos y víctimas por atentados, pero los consideramos víctimas como tales de estas acciones subversivas. Hubo también secuestros y asesinados, pero nunca se les vio como víctimas del terrorismo. En este momento, y visto con esta perspectiva, es algo que no se hizo. Se reivindicó a los combatientes, también se trabajó en la reivindicación de los presos políticos, que somos nosotros, y ahora se trabaja en esta última reivindicación, en la de las víctimas del terrorismo. Al margen de los combatientes y muertos, y de los presos políticos que estamos pagando un servicio a la patria, faltaban las víctimas del terrorismo y hay ya gente que está trabajando en este asunto, en la búsqueda de esa reivindicación, aunque si bien es cierto que todavía no se ha tenido éxito en lograr ese justo y merecido reconocimiento a ese colectivo por el que usted pregunta. Es un trabajo en él que se lleva trabajando desde hace años, pero este gobierno se niega a reconocer sistemáticamente que existieran víctimas del otro lado, ya que sí lo hiciera tendría que juzgar a los terroristas que produjeron aquellos hechos y actos que provocaron la existencia de víctimas. Fíjese que hasta en el gobierno de Menem había paridad y cierto respeto a las fuerzas de las dos partes que lucharon o se enfrentaron en aquellos años, incluso emite varios decretos que tienen una dirección simétrica hacia las dos partes. Reconoce con exactos argumentos a las dos partes.

Pero el gobierno actual se ha caracterizado por la asimetría y nos ha considerado solo a nosotros como la parte beligerante, como el Demonio que tiene  que ser condenado y encarcelado. El otro Demonio, los terroristas o los guerrilleros, no existen, eran simplemente "jóvenes idealistas". Y los esfuerzos que se han hecho en presentar casos de víctimas con nombres y apellidos siguen abiertos esperando el sueño de los justos; la justicia, en un caso, llegó hasta la segunda instancia, pero ahí se extinguió la acción y la lucha sigue. El gobierno sólo reconoce a las víctimas de una de las partes, pero les niega todos los derechos a la otra. 

R.A.:Hay un tema importante:¿Es cierto que se intentó recrear la Cámara Federal en lo penal y que no se encontraron jueces voluntarios?
J.R.V.: Fue real, fue tal como dice. La comunidad judicial de entonces estaba amedrentada. A partir de la amnistía de Cámpora, que terminó con todos los condenados por actos violentos en la calle, los jueces, por el contrario, fueron asesinados, cesanteados y tiroteados. Esa era la realidad de entonces, de antes de que llegáramos al gobierno. Este asunto no se llegó a tratar oficialmente, pero quiero señalarle que tampoco se encontraban los jueces que quisieran trabajar en el desarrollo del proyecto. No se pudo hacer, simplemente. Aunque quiero decirle algo, los decretos de Luder nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya explique antes, como el desgobierno y la anarquía a que habíamos llegado. Podía desaparecer la nación argentina, estábamos en un peligro real. No es que los militares nos levantáramos un día de la cama y nos hubiéramos dicho: ¡vamos a ir de cacería o a matar "jóvenes idealistas"! Nada de eso, había otras razones de otra índole. Pero realmente Luder nos había dado para la guerra todas las formas y medios que necesitábamos, en nosotros estaba el ser prudentes o no, queriendo reconocer que en algunos casos hubo excesos. 

R.A.:¿Por qué la Junta no dio instrucciones más precisas, incluso por escrito, de lo que estaba haciendo y de las órdenes que impartía?
J.R.V.: Creo que órdenes existieron y fueron precisas, no puedo entrar en detalle ahora en todas ellas. Las órdenes estaban y los que las impartieron, que fueron asumidas por cada uno de los miembros de la cadena de la mando que las dieron. Creo, sinceramente, que fue así.

EL PRIMER JUICIO A LAS JUNTAS
R.A.:¿Usted cree que fue necesario que el presidente Raúl Alfonsín juzgara a las Juntas Militares en su momento?
J.R.V.: Alfonsín era un político claramente comprometido, no olvidemos que había sido abogado del grupo terrorista Ejército Revolucionario del Pueblo, el ERP. Luego estaba comprometido con la socialdemocracia europea, que fue la que le ayudó para llegar a la presidencia, tenía que tomar una medida punitiva para juzgar unos supuestos excesos que se habían cometido ante la sociedad y ante algunas críticas que se habían producido; entonces, para calmar esas críticas, toma esa medida. Pero creo que lo hizo con un poco de decoro y puntualizó que solo debían ser sancionados, detenidos, juzgados y condenados aquellos que hubieran cometido hechos aberrantes. No debían ser sancionados aquellos que se limitaron a cumplir las órdenes, en principio de lo que se llama la obediencia debida, dando lugar, más tarde, a la Ley de Obediencia Debida, que legislaba dicho concepto. Quien cumplía una orden sin rechistar ni preguntar no podía ser sancionado y la responsabilidad final debía de caer sobre el superior que daba la orden. 

En definitiva, el planteamiento de Alfonsín era prudente y también consideraba la posibilidad de que fueran juzgados quienes se excedían en el cumplimiento de una orden e iban más allá. Acepto que este enfoque puede ser correcto. Alfonsín, además, cuando estalla el movimiento de los "carapintadas" (una asonada militar que tiene lugar en el año 1987), se da cuenta que las cosas pueden desbordarse y que los juicios no cesan nunca. Así establece la Ley de Punto Final, por la cual los jueces tienen un plazo de treinta días para procesar aquellos militares que consideren que tienen delitos pendientes. Entonces, hubo una carrera de muchos jueces por procesar en ese plazo a quienes consideraban culpables de algunos delitos y aquello se convirtió, todo hay que decirlo, en una caza de brujas, generando una gran inquietud en la sociedad y ello provoca que Alfonsín promulgue la Ley de Obediencia Debida. Se trataba de que las responsabilidades no se extendieran a todo el ejército y que sólo hubiera procesos para aquellos que tuvieron alguna importancia o jerarquía en la cadena de mando. Pese a todo, el juicio a las Juntas creo que fue un error y concluyo ya: nunca debió realizarse. Menem luego desenredó ese error, en cierta medida, y nuestro momento peor, hablo para los militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno. Ha habido una asimetría total en el tratamiento a las dos partes enfrentadas en el conflicto. Fuimos señalados como los responsables, ni más ni menos, de unos acontecimientos que no desencadenamos.

R.A.: ¿Cómo juzga al almirante Massera, tuvo diferencias con él?
J.R.V.:Hubo diferencias, claro, él era esencialmente un hombre político, algo que yo no era. Era un hombre muy político, quizá se equivocó eligiendo la profesión de militar y se dedicó a la profesión equivocada.

R.A.: ¿Por qué le juzgan en este momento?
J.R.V.:Como le había dicho al principio, Alfonsín se ciño al derecho con sus más y sus menos; la justicia funcionaba, a pesar de que se cometieron numerosos errores jurídicos durante nuestro proceso, como por ejemplo el principio de la no retroactividad, el principio del juez natural que fue vulnerado y otros errores de orden penal, por citar tan solo algunas deficiencias. Todo ello para llevarnos ante ese "teatro" que tuvo difusión mundial, pero así todo Alfonsín cumplió a su manera. Menem llegó después a la presidencia y también, a su forma, cumplió a través de los indultos y los perdones. Así llegamos al matrimonio Kirchner, que vuelve a retrotraer todo este asunto a la década de los setenta, y vienen a cobrarse lo que no pudieron cobrarse en esa década y lo hacen con un espíritu de absoluta revancha, con el complejo, y esta es una opinión personal, y con el agravante de quien pudiendo hacerlo no lo hizo en su momento. Estos señores eran burócratas que repartían panfletos y no mataron ni una mosca entonces. Y eso les da vergüenza, claro, y quisieron exagerar la nota de la persecución para sacar patente de corso, de malos de una película en la que no estaban. No, no, es la vendetta para una satisfacción personal sin razones, totalmente asimétrica, fuera de medida. Aquí no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta. 

R.A.:¿¿No es sorprendente también que se hayan juzgados a oficiales y suboficiales que aquellos días tenían apenas una veintena de años o algo más?
J.R.V.: Mire, yo digo que si el juzgado en este caso, independientemente de su edad, lo es en función de haberse excedido en el cumplimiento de una orden está bien juzgado. Los demás, le aseguro, son todos juicios políticos, como parte de esa venganza, de esa revancha, como parte de ese castigo colectivo con que se quiere castigar a todas las Fuerzas Armadas. Este plan sigue una política gramsciana que esta gente cumple de punta a punta, disuadiendo a unas instituciones que han tomado como rehenes, creando desaparecidos que nunca existieron y vaciando de contenidos a la Justicia. Hoy la República está desaparecida, no tiene Justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las grandes instituciones del Estado funcionando. La Justicia, el Congreso y las demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen; las realidades no son así.

LA AUSENCIA DE UN JUICIO A LOS MONTONEROS
R.A.:¿Cómo es que los antiguos terroristas, los Montoneros, no hayan sido juzgados y condenados por los muchos crímenes cometidos?
J.R.V.: Alfonsín y Menem hicieron un acuerdo que era mitad y mitad, en el tema de los indultos me refiero. Los Kirchner son los que dijeron que no habría simetría en el asunto de la guerra que vivimos y nos señalaron a los militares como los malos, los responsables de crímenes de lesa humanidad, y a los terroristas como los buenos, como las víctimas de aquellos años terribles. 

sábado, febrero 11, 2012

La Megaminería a cielo abierto.




EL ORO QUE PERDIMOS 
por Enrique Díaz Araujo



Informes

EL ORO QUE PERDIMOS
  
Para Revista Cabildo
Tenemos en trance de publicación un pequeño libro al que hemos titulado “El oro y el moro o La riqueza que supimos regalar”.  En su epígrafe hemos colocado la siguiente oración, tomada de la Encíclica “Quadragesimo Anno”, de S. S. Pío XI,  del 17 de mayo de 1931:
    
“El no menos funesto y detestable internacionalismo del capital, o sea, el imperialismo internacional del dinero, para el cual la patria está donde se está bien”(nº 40).
   
Este es un concepto que resume admirablemente bien el tema que ahora abordamos.  Asunto que no es otro que el de la megaminería aurífera o minería química, impuesta en la Argentina desde 1994 en adelante.
   
A diferencia de la antigua minería, cuya operatoria era socavar túneles en busca de las vetas de minerales metalíferos, ésta del “cielo abierto”, opera con minerales de baja ley, incrustados en grandes trozos rocosos, que son volados, triturados y sometidos luego a una llamada “sopa química”, mediante la cual se consigue separar el metal de la ganga.
   
A tal efecto, en enormes estanques de agua se rocía el mineral triturado  con cianuro (para el oro) o con ácido sulfúrico (para el cobre).  Por medio de altos hornos se obtiene a continuación el “metal doré” que, enviado a Europa en lingotes, será sometido allá a fraccionamiento.
   
Tras explicar esta somera noción, explayémonos ahora sobre algunas otras características que han provocado el repudio de los ecologistas.
   
  
1. CRÍTICAS ECOLÓGICAS
   
Un primer reproche señala que dichas explotaciones suelen dinamitar cerros que se ubican en zonas periglaciares, afectando el porvenir hídrico de una región.
   
Otro segundo dice que en estos yacimientos es básico el uso de cantidades inmensas de agua.  Por ejemplo, en la mina conocida como “Bajo de la Alumbrera”, de Andalgalá, Catamarca, se emplean cien millones de litros de agua por día, y en el yacimiento denominado “Veladero”, de San Juan, se usan cuatro mil litros de agua por segundo.  Agua de la que se priva a los cultivos agrarios.
   
Tres, que en las piletas de lixiviación, todo el mineral que entra es rociado con cianuro o ácido sulfúrico, dejando desechos o escorias que se amontonan en los “Diques de Cola”, residuos que filtran sus tóxicos hacia las tierras y napas vecinas.  Por ejemplo, en Veladero, junto a un estanque de siete kilómetros de largo por dos de ancho, hay un Dique de Cola de similares medidas que, al presente, ha recibido quinientas mil toneladas de residuos.
   
Y cuarta censura, que la polución ambiental se agrava con el polvo que se envía a la atmósfera con las explosiones, el tránsito de camiones enormes por huellas de tierra, el gas oil y fuel oil que emana de los pozos de las perforaciones para dinamitar y toda otra clase de residuos que arrojan los miles de mineros que viven en esos campamentos.
   
Éstos y otros inconvenientes han sido destacados por las entidades defensoras del medio ambiente, sin que, por supuesto, hayan encontrado el más mínimo eco en las autoridades encargadas de vigilar dichas explotaciones.
   
Un solo caso servirá para ilustrar estos aspectos del problema.
   
Ocurrió en San Juan, el año pasado cuando una comisión de viñateros encargó una misa en la iglesia Catedral de la ciudad para rogar por la continuidad de sus cultivos afectados por la minería de alta montaña.  La llamada “misa del agua”, fue prohibida por el arzobispo de San Juan, Monseñor Alfonso Delgado.  Según las noticias que recogió el ensayista Javier Rodríguez Pardo, ese veto lo generó el Cardenal Jorge Bergoglio, a instancias, a su turno, del Secretario de Minería de la Nación Jorge Omar Mayoral (“Vienen por el oro, vienen por todo”, Bs. As., CICCUS, 2010, pág. 149).  A su vez, la diputada Fernanda Reyes ha denunciado a Mayoral por compartir el domicilio comercial de una empresa minera de su propiedad con la Barrick Gold Corporation,dueña de Veladero, y señora de la minería en el país, como enseguida veremos.
   
  
2. LEYES
   
En lugar de críticas, la minería química ha recibido amplia protección legislativa y gubernamental.  Ese apoyo se inicia con la sanción de la Ley nº 24.196 de Inversiones Mineras, auspiciada por el Presidente Carlos Saúl Menem.  Continuada por normas complementarias, se articula con el Tratado de Integración y Complementación Minera con Chile, firmado en 1992, por los Presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei.  Este tratado organizaba la explotación binacional que se proponía desarrollar la empresa Barrick Gold en el límite cordillerano de ambos países.  Ese, que sería el yacimiento de oro mayor del mundo, se compondría de dos sectores: Pascua, en Chile, y Lama, en la Argentina, provincia de San Juan.
   
Por la Ley nº 25.253, del 2000, se estableció una servidumbre hídrica, a favor de Pascua, a cambio de la recepción de los residuos tóxicos por Lama.  Por fin, por el Protocolo Bielsa-Alvear, del 13 de agosto de 2004, se concretaron los beneficios tributarios que exigía la compañía Barrick.
   
La empresa quedaba en excelente condiciones para emprender una explotación que le produciría unos dieciocho millones de onzas de oro, con muy bajo costo de producción, tal como lo expresaría el Ministro Julio De Vido.  En efecto, con un costo de 240 se obtenía un precio de venta de 2.000 (cfr. “Noticias”, nº 1814, pág. 31); diferencia de 1.760 que, tal vez, le permitiría a la compañía satisfacer ciertas expectativas de diversos funcionarios.
   
Diferencia que, a veces, se podía aumentar un poco, por lo menos, eso es lo que denunció César Gioja, respecto de las rendiciones de cuentas de su hermano el Gobernador de San Juan, José Luis Gioja y la empresa Barrick.  Caso en el que se destacó que en el año 2010, por la mina Veladero, se registró una ganancia de 1.120.000 onzas de oro, mientras que la cifra real habría sido de 1.160.000; es decir, unas cuarenta mil onzas de oro que se habrían extraviado en los libros de comercio.
   
  
3. OTRAS DIFERENCIAS
   
La Secretaría de Minería de la Nación informó que en el año 2010, la gran minería exportó por valor de 20.833.000 pesos (Revista “Zona Industrial”, Godoy Cruz, Mendoza, nº 18, junio-julio 2011, págs. 10-11).
   
Esta es una cantidad que ha sufrido un contraste significativo.  Veamos.
   
El 14 de enero de 2009, el pesquero chileno Polar Mist, que había partido de un pequeño puerto, Punta Quilca, a treinta kilómetros de Puerto Santa Cruz, se fue a pique en el Estrecho de Magallanes. Los diarios nacionales, al dar cuenta de la noticia, mencionaron que el pesquero portaba un buen volumen de oro. Pero ha sido una breve publicación santacruceña —OPI Santa Cruz, Organización Periodística Independiente, Río Gallegos, Santa Cruz, 21 de febrero 2009— la que proporcionó la suma exacta.
   
Ahora sabemos que el pesquero transportaba trescientas cuarenta barras de oro, igual a 9.500.905 kilogramos, lo que representaba la suma de 18.011.737  dólares, equivalentes a 72.646.948 pesos.
   
Pues bien, el público no podía dejar de preguntarse si en una sola salida —¿clandestina?— se superaba en 51.813.948 pesos la cantidad total registrada por el Estado: ¿a cuánto ascendería la suma real obtenida por las empresas de la megaminería?
   
  
4. YACIMIENTOS
   
Algo ya hemos mencionado al respecto; pero cabe añadir algunos datos.
   
El yacimiento más famoso y más ocultado es el de Veladero, en el Valle del Cura de San Juan, a 5.000 metros de altura, inserto en el periglaciar de la Reserva Biosférica de San Guillermo. Tal inserción provocó la sanción de la ley de protección de los glaciares nº 26.418, que fue vetada por la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, mediante el Decreto nº 1832/ 08.  Después, el Congreso insistió con la Ley nº 26.639; ley que no ha sido reglamentada ni aplicada. Es decir que: “el Gobierno congeló la ley de glaciares. No comenzó el inventario de las reservas de agua en montaña” (“La Nación”, Bs. As., 29 de octubre de 2011, pág. 13).
   
El camino público de ascenso a este yacimiento ha sido interrumpido a poco de pasar las Termas de Pismanta, a dos mil cien metros de altura, porque evidentemente no se desea que se pueda examinar de cerca la discutida megaminería. En los cálculos, Veladero puede producir dieciocho millones de onzas oro, junto a 2.200 millones de toneladas de desechos tóxicos. Acá se emplea el agua de los ríos Tagua y Potrerillos afluentes del río Jachal, lo que llena de preocupación a los viñateros sanjuaninos.
   
En el año 2010 Veladero había producido seis mil setecientos millones de pesos, con una ganancia empresaria de tres mil quinientos millones de dólares. La empresa explotadora se llama Barrick Gold, con casa matriz en Canadá. Ella exporta  los lingotes a Zurich por aviones que parten de la pista construida en Veladero.
   
En Catamarca, en el yacimiento BLA, Bajo de la Alumbrera, la empresa explotadora, en principio era YMAD (Yacimiento Minero Agua de Dionisio), integrada por las provincias de Catamarca y Tucumán (incluida la Universidad Nacional de Tucumán).
   
Empero, resulta que YMAD subcontrata con UTE, Unión Transitoria de Empresas. De ella, la mayoría accionaria la detenta Goldcorp, compañía de la que, a su vez, laBarrick Gold es dueña del 55,9% de las acciones.
   
De BLA se arrojan desechos a los ríos Dulce-Salí. Aunque tanto en Catamarca como en Tucumán se han detectado numerosos problemas de salud ocasionados por esas aguas contaminadas, recién cuando los líquidos llegaron al dique frontal de Termas de Río Hondo, se ha denunciado el atentado.
   
Por ese motivo el vicepresidente de Goldcorp, Julián Rooney, ha sido procesado. Muy importante a este respecto ha sido el dictamen del Fiscal Federal que ha intervenido en la causa Gustavo Antonio Gómez.
   
Él ha afirmado que el mineral de este yacimiento que se exporta por el puerto de San Lorenzo, en Rosario, Santa Fe, no queda registrado en la Aduana. “Llévelo todo y pague lo que quiera”, se tiene como lema allí (Javier Rodríguez Pardo, op. cit., págs. 260-261). Tema que se asocia a otro acerca de que el “soborno es el estilo de las mineras”. En la provincia de Santa Cruz hay dos grandes yacimientos: Vanguardia y Cerro Negro. El primero explotado por una sociedad entre la Anglo Gold Ashanti y FOMICRuz,  entidad estatal creada, y concesionada por el entonces gobernador Néstor Kirchner, en 1990. El 40,5 % de Anglo Gold Ashanti pertenece a Barrick Gold.  Cerro Negro, la segunda mina de oro del mundo, es propiedad de Goldcorp. Esta compañía está estructuralmente vinculada a las cuatro empresas petroleras que exploran “off shore” los hidrocarburos del archipiélago malvinero.
   
Las referidas compañías gran-mineras recibieron diversos ataques de ecologistas. No obstante, también tuvieron su apoyo. En este caso, el de SRSUR, ente compuesto por funcionarios de la Cancillería y del Ministerio de Desarrollo Social, integrado por“sectores de izquierda” (Javier Rodríguez Pardo, op. cit., pág. 150). Curiosa asociación entre gobernantes marxistas y capitalismo financiero internacional.
   
  
5. BENEFICIOS
   
La investigadora francesa Juliette Renaud ha detectado diecinueve items de ventajas irregulares de las neo-mineras, a saber:
   
1) Doble deducción de gastos de exploración (Ley 24.196), que alcanza hasta deducir el 100% de los montos sobre las que se tributa el Impuesto a la Ganancias.
2) Devolución del IVA: Ley 25.429.
3) Estabilidad Fiscal y Cambiaria (Ley 24.196).  Se les otorgan incentivos fiscales para la exploración y la explotación (v.gr., se las autoriza a no ingresar al país el 100% de las divisas obtenidas por sus exportaciones).  Pues, tales beneficios no se les pueden retirar por un período de treinta años.
4) Amortización acelerada (Ley 24.196).  En tres años, para maquinarias, infraestructura y vehículos.
5) Exenciones Arancelarias y Tasas Aduaneras (Ley 24.196).  No pagan derechos de importación.
6) Deducción por Gastos de Conservación de Medio Ambiente (Ley 24.196).  El 5% del monto total de los gastos de extracción y procesado.
7) Exención de Ganancias ( Ley 24.196).
8) Regalías del 3% (Ley 24.196, modificada por Ley 25.161).  En los otros países el porcentaje oscila entre el 15 y el 40%.
9) Exención de Impuesto a la Ganancia Mínima Prevista (Ley 24.196).
10) Capitalización de los Avalúos de Reservas Mineras (Ley 24.196).
11) Devolución Anticipada y Financiamiento de IVA (Ley 24.196).
12) Gravámenes Provinciales y Municipales (Ley 24.228).  Por ejemplo, del Impuesto a los Ingresos Brutos, de Sellos, etc.
13) Exención de Contribución sobre Proyecto Mineros.
14) Reembolsos por Puertos Patagónicos (Leyes 23.018 y 21.490); en especial por Comodoro Rivadavia.
15) Exención de Impuesto al Cheque ( Decreto 619/ 2001).
16) Exención de Retenciones a las Exportaciones (Ley 24.196).  Otros productos minerales pagan hasta un 20%.
17) Deducción del 100% del Impuesto a los Combustibles Líquidos (Ley 23.966).
18) Transferencias al exterior de capital y ganancias, por cualquier monto y sin pagar cargas o impuestos.
19) No debían liquidar divisas (Decreto 753/ 04, del Presidente Néstor Kirchner).  A raíz de la  crisis del  dólar, el Gobierno, por Decreto 1722/11, ha dispuesto que las mineras liquiden sus divisas en el país.  Como esto va contra el marco de previsibilidad fiscal por treinta años, fijado en el artículo 8º de la Ley 24.196, se esperan demandas judiciales de las mineras (“La Nación”, Bs. As., 27 de octubre de 2011, sección 2, pág. 1).
   
El número 20 de la lista, para hacer un número redondo, podría ser el de la ausencia de todo control aduanero (Juliette Renaud: “Impacto de la Gran minería sobre poblaciones locales en Argentina”, Informe, julio 2008.  El listado de Renaud ha sido reproducido en el libro de Miguel Bonasso: “El Mal.  El modelo K y la Barrick Gold.  Amos y servidores en el saqueo de la Argentina”, Bs. As., Espejo de la Argentina - Planeta, 2011, págs. 330-331, pero sin nombrar a su autora).

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