martes, septiembre 13, 2011

LADRI DI BICICLETTE

"Creí que el avión se alquilaba, yo no tengo ni bicicleta”.

                                        Hebe de Bonafini.


Por Andrea Palomas-Alarcón.
Irrumpió como adalid del amor y del coraje. Qué puede haber más incontestable que el amor dolorido de una madre? Doblemente amor y dolor, el amor por dos hijos “desaparecidos”.
Hebe era un ama de casa o, al menos, lo fue ante la opinión pública. Una señora de su casa con apenas cursada la escuela primaria; con un pañuelo a la cabeza como las señoras de antes, que no salían a la calle sin cubrirse. Las pudientes, lo hacían tocadas con sombrero mientras que las pobres, con un humilde pañuelo atado a la barbilla. Hasta pasados los años treinta (cuarenta en las provincias argentinas) salir a la calle “en cabeza” era poco menos que salir desnuda. Un escándalo.
Algunos creen ver en esa costumbre, el símbolo de las “Madres de Plaza de Mayo”. Símbolo de señoras de “su casa”, clase trabajadora, proletarias reclamando por la prole.
Hay otra explicación para el pañuelo. Un significado menos sociológico (o publicitario); más poético y arcano si se quiere.
En la antigua Grecia, el laberinto de dioses y diosas personificaba todos los aspectos de la vida humana. Deméter, del griego antiguo Δημήτηρ o Δημητρα, ‘diosa madre’, era la diosa griega de la maternidad y las cosechas. Su equivalente romana se llamaba Ceres.
Deméter es descripta en la Ilíada como "la rubia Deméter" (Canto V: 500) una mujer hermosa rodeada de frutos, grano y herramientas para labrar la tierra como las que lucen en la insignia comunista. Responsable de la fecundidad de la tierra y de las mujeres. Los ritos de las cosechas exitosas y los partos a término eran su credo. Los misterios Eleusinos.
Con Zeus, rey del Olimpo, tuvo una hija llamada Perséfone.
Deméter, madre celosa, negaba la mano de Perséfone a los dioses que intentaban cortejarla.
Estando la inocente Perséfone recogiendo flores, Hades, dios del inframundo (averno) la raptó para hacerla su esposa. Hades, representado por la mitología griega como el rey de los espacios inferiores, donde vagan los muertos insepultos y las almas con remordimientos es representado, también, como un carcelero.
Pero los planes de Hades se frustraron por la perseverancia de la madre de su esposa que nunca dejó de reclamar el regreso con vida de la joven.
La rubia Deméter cubrió sus cabellos con un manto y tomó la forma de una anciana llamada Doso. Doso recorrió el mundo en busca de su hija y maldijo la tierra y a los hombres prohibiendo que creciera cualquier clase de vida hasta que la devolvieran. La tierra yerma se paralizó mientras la deprimida Deméter la recorría. Otros la describen caminando en círculos alrededor de las puertas del averno, con la cabeza y el rostro cubiertos por el manto de las viudas mediterráneas.
¿Es coincidencia que las “Madres de Plaza de Mayo” adoptaran los símbolos de Deméter?

La CONADEP y “Abbadón, el exterminador”.

Acaecida la democracia (1983), el presidente Alfonsín ordenó una investigación sobre la guerra sucia.
Encargó su seguimiento a una comisión de “notables”. Conocida como la CONADEP su presidente fue Ernesto Sábato.
El informe que produjo la CONADEP fue cuestionado por ambas partes del conflicto, tanto izquierda como derecha; civiles como militares. No faltó quien denunciara el ofrecimiento de dinero por su declaración.
Algunos tramos del libro “Nunca Más”, también conocido como Informe de la CONADEP, se asemejan llamativamente a la novela de Ernesto Sábato: “Abbadón, el exterminador”. Se podría decir que el autor se inspiró en el Informe para escribir su novela si no fuera porque “Abbadon, el exterminador” vio la luz en 1974. ¿La realidad copiando la ficción?
Cuál ha sido la verdadera participación de Sábato en la creación de las “Madres de Plaza de Mayo” es algo que, tal vez, nunca podamos desentrañar completamente. ¿Fue el inspirador de la figura demetria? ¿Fue el promotor de la teoría del “holocausto” argentino?
La fijación de Sábato por las madres, lo femenino, la tierra, se puede advertir en toda su obra. Uno de los pasajes más recordados de “Sobre héroes y tumbas” se refiere al primer encuentro de Martín y Alejandra, custodiados por los ojos de la estatua de la diosa Ceres, erigida en Parque Lezama.
Sábato no descansó hasta conseguir que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le cediera a perpetuidad esa estatua para adornar el jardín de su casa en Santos Lugares, lo que provocó no pocas quejas de vecinos y pedidos de informes de Concejales porteños.
La estatua nunca volvió a Parque Lezama.
El alcance de la influencia de Sábato en los primeros tiempos de las “Madres” nunca lo conoceremos del todo pero eso ya no importa. Sábato fue expulsado del Olimpo de los Derechos Humanos; borrado ideológicamente por Hebe de Bonafini que censuró el prólogo de su Informe.
La “doctrina Bonafini” por así decirlo prevaleció haciendo rodar toda clase de cabezas. Desde Sábato a Ruiz Guiñazú. Desde Strassera hasta Alfonsín. Todos enemigos. Todos borrados de la lucha vindicativa por Hebe de Bonafini. Paradigma de intransigencia. No hay gratitud para Sábato. No existe lealtad entre lobos.
El reclamo inicial de verdad y justicia se convirtió en una cacería de brujas comandada por una extremista. Una mesiánica que no trepidaba en zanjar a los puños cualquier diferencia dogmática ya fuera su interlocutor un presidente, un ministro o un juez. Cualquier cuestionamiento a los métodos de Hebe se clausuraba con una palabrota o dos.

LADRONES DE BICICLETAS.

Asistimos al derrumbe de la imagen pública de Bonafini. La luchadora ciega, fanática, intolerante, no era más que una ladrona de bicicletas. Su mesianismo fue un disfraz hipócrita aplicado a proteger buenos negocios.
“No tengo ni una bicicleta” justifica. Sugiere un pretexto.
La “causa”.
El psicópata seduce porque se convence primero a sí mismo de que le asiste la razón.
Hebe y su hijo adoptivo son dos de una misma laya. Dos sociópatas violentos, capaces de convencer que el delito esconde fines honorables. La furiosa soberbia los ha elevado a alturas dementes de las que no se vuelve sin un golpe; tal vez fatal.
Schoklender denuncia; cruza bordes temerarios. Sabe que si va preso probablemente no salga con vida, esta vez, de prisión. Guarda secretos molestos, definitivos sobre la que fuera su madre y suegra hasta hace poco tiempo. No olvidemos que Schoklender fue parte de la familia de Bonafini y es padre de su nieto.
¿Qué es lo que reserva Schoklender para negociar? Si hubiera dicho todo lo que sabe ya estaría preso. Schoklender es inteligente y guarda lo mejor (o peor según se mire) para evitar la prisión. ¿Qué es lo que sabe Schoklender que lo mantiene en libertad después de haber dicho lo que dijo de Bonafini y del gobierno kirchnerista? ¿La ubicación exacta de los hijos de Bonafini en Paris? ¿Las pruebas de que siguen con vida?

NO VOY EN BICICLETA, VOY EN AVION.

La película de Vittorio de Sica, Ladri de biciclette, muestra el debate interno de un hombre que desea trabajar y es orillado al delito para sobrevivir. Qué lejos han quedado esos debates morales de posguerra cuando lo que está en juego es el latrocinio a escalas delirantes. ¿Hay debate moral cuando la rapacería incluye un yate o un avión? Cuando se habla de millones en una cuenta en Canarias, ¿se puede disfrazar tamaña impudicia con los ropajes de la “causa”?
Los argentinos de bien, nadando en el pantano en que han convertido nuestra Patria, debemos practicar diariamente el heroísmo soportando compartir el país con los que se pasean desafiantes en aviones y yates, mal habidos.
Encajados en el barro giran en falso justificaciones. La financiación de la política. Una bicicleta financiera que no llega ni llegará nunca a ningún lado.

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