lunes, septiembre 19, 2011

Carta de la señora Sylvia Smart, esposa de Jaime Smart.

Hola a todos, les pido que si pueden hagan circular este mail entre los que consideren lo van a entender, gracias, Sylvia



Son las cinco y media de la mañana y se acaban de llevar a Jimmy en un celular del Servicio Penitenciario, rumbo a este absurdo juicio que se lleva a cabo. Lo bajaran a las 8 y media en La Plata, esposado, igual que a los otros tantos que estan siendo juzgados, algunos en sillas de ruedas, otros con mochilas para respirar, la mayoría ya mayores que a veces ni entienden lo que está sucediendo.

Es muy duro todo esto. Es duro sobre todo para él aunque no quiera demostrarlo y trate de que todos los que estamos a su alrededor y lo queremos no suframos más de lo necesario. Sé que la vida involucra sufrimiento y dolor, pero es muy duro ver a una persona que dió su vida entera, profesional y civilmente, para el bien del país y de todos sus habitantes, ser tratado como un criminal cualquiera, enjuiciado y por adelantado considerado como culpable por el solo hecho de haber sido ministro. No hay ningún otro cargo contra él, sino la acusación de haber sido parte de un complot cívico militar para diezmar a la población civil.

Pero aumenta este dolor, para mí y creo también para él, el sentir la indiferencia de un país que mira para otro lado, más pendiente de su bolsillo y su bienestar económico, que de las injusticias que se cometen día a día., en muchos órdenes. Y más todavía que muchas personas a nuestro alrededor estén en las mismas. Hace tres años largos que rezo y confío en que la Justicia Divina va a actuar, pero necesito descargar la impotencia que a veces me invade y también la rabia ante el egoísmo y la falta de solidaridad. Hay muchas personas màs que buenas que han estado y siguen estando junto a nosotros día tras día, hora tras hora, acompañando, rezando y confortando, mil gracias a ellos. Pero algo más hay que hacer para ayudar a que las cosas cambien. Pido a todos que desde el lugar que cada uno ocupa, haga algo. No sé qué pueda hacer cada uno, pero pido por favor que hagan algo. Más allá de nosotros, el país entero se los va a agradecer. SYLVIA.

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