miércoles, febrero 18, 2009

Navidad en Marcos Paz

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MARCOS PAZ (Especial para Urgente24). Soledad y aislamiento es lo que garantiza la prisión en Marcos Paz a cualquiera de sus ocupantes. Hoy se la puede considerar una homóloga de la prisión de Usuahia.
La dureza de su confinamiento no está marcada por la distancia, el desiero patagónico o los miles de kilómetros de la civilización, sino por sus estrictas medidas de seguridad, sus largos y silenciosos corredores y el gélido silencio que impera en sus pabellones.
Reflexionábamos sobre las penurias de este tipo de vida, cuando uno de los compañeros de cautiverio nos saca de nuestro letargo y sugiere que en conjunto intentáramos organizar la noche de Navidad.
Lo más importante era convertir estas Fiestas en el momento más agradable que pudiéramos imaginar, a pesar de la situación.
No acertábamos a definir la mejos manera de hacerlo. No sabíamos si comer reunidos o por grupos, si cenar temprano y luego cada uno a su celda, si juntarnos a las doce e intercambiar saludos, si permanecer en torno a un programa de televisión para compartir una fiesta ajena, si participar de la misa radial u optar por otras variantes sugeridas.
Sólo existía una premisa clara, "había que pasarla".
Esa experiencia de la Noche de Navidad, se transformó en algo nuevo y distinto, alcanzó una profundidad espiritual nunca antes sentida. Tocó muy hondo en nuestro corazón.
Cerca de las 22:00 nos reunimos alrededor de una larga mesa, con productos de nuestra huerta y comida compartida.
Por las miradas a nadie escapaba que cada uno pensaba en su familia, en sus seres amados.
Nos unía un común denominador: estábamos solos y presos en este gigante de hormigón, sin otra companía que la de nuestras almas, sin otros pensamientos que en nuestros grandes amores y sin la presencia de guías espirituales.
Estuvimos presos, aislados, incomunicados y carentes hasta de saludos institucionales. Seguramente faltaron por temos a ser sancionados, presionados con amenaza de represalia o hasta echados.
Fue una Navidad en Marcos Paz, ayudando a los presos que más lo necesitaban.
Una serenidad casi mística invadió el ambiente. Nos sentamos mezclados militares, marinos, policías, penitenciarios, con gendarmes, prefecturianos y civiles. Compartimos con respeto y camaradería.
Todos en la década del setenta eramos jóvenes oficiales de distintas Fuerzas y por curioso artificio del poder político del siglo XXI, no hubo ningún oficial superior, ni funcionario público menos aún jerarquías de general, almirante o brigadier de aquella época.
En realidad interesa poco los que no están: Sí importan los que están prisioneros y privados de su libertad, entre ellos Héroes de Malvinas (acreedores del más profundo respeto), políticos y civiles que demostraron su oposición al poder.
Todos custodiados con normas de máxima seguridad.
A medianoche, la Navidad nos alcanzó y nos estrujó el corazón. Los ceñidos rostros revelaban la ausencia de nuestras compañeras de vida, de hijos y nietos.
Nuestra entereza, sentido cristiano, convicción comunitaria y básicamente por ser hombre de bien, nos permitió sobreponernos al momento.
No fue sencillo pues el saludo lo compartimos con presos políticos de siete, ocho o más de diez años de cautiverio, sin condena o sentencia definitiva.
Intercambiamos abrazos, saludos y deseos de Feliz Navidad, en un ambiente tranquilo pero cargado de sensaciones extrañas.
Nos despedimos con esperanzados augurios de verdad, justicia y libertad.Cumpliendo horarios y pautas establecidas, cada uno se retiró a su celda, a la espera de un nuevo día. -------------------------
PD. Carta Nº3: La vida de un preso político en Marcos Paz. Las injusticias de la Justicia.